Un biólogo que conserva especies vegetales en extinción protagoniza la historia ganadora de Lo Mejor de Nos

Edición 2022

La historia de un biólogo que trabaja con su esposa en la conservación y rescate de especies vegetales en el Parque Nacional Sierra Nevada, en el estado Mérida, recibió el 1er lugar de la 5ta edición del Premio Lo Mejor de Nos. El autor de la historia es Joshua De Freitas (Caracas, 1998), quien estudia comunicación social en la Universidad Central de Venezuela. Desde que participó en el programa La Vida de Nos Itinerante Universitario, De Freitas se convirtió en colaborador de nuestro sitio, publicando historias en las que ha abordado temas de su interés: la ciencia y el cambio climático. Ha colaborado, además, con otros medios venezolanos, como El Bus TV, Cinco8 y Runrunes.

El Premio Lo Mejor de Nos, cuya 1ra edición se celebró en 2018, es promovido por el Grupo La Vida de Nos en una alianza con Banesco, para invitara contar historias que recuerden valores que contribuyan a la percepción que tiene el venezolano acerca del futuro y de su aporte a la creación de un país posible.

El jurado de esta edición, conformado por José Baig, Carolina Lozada y Carlos Sandoval, destaca que el texto “La resistencia de Vicente y sus Ramalinas” es “un trabajo que aborda el tema de la desaparición de algunas especies vegetales en el contexto del cambio climático y el esfuerzo solitario, quijotesco, de un investigador universitario en medio de la indiferencia gubernamental. En este sentido, el texto ayuda a crear conciencia sobre los desafíos ambientales y pone en relieve la necesidad de defender la investigación científica en un entorno político y económico poco favorable”.

Por su parte, el guariqueño Antonio Brito, ganó la mención Responsabilidad Social Empresarial por su historia testimonial, “Por subidas y bajadas”, en la que narra su temprano padecimiento de cáncer y cómo afrontó su recuperación. A juicio del jurado, “en el texto queda registrado el espíritu de superación de quien ha padecido una grave enfermedad y gracias a la ayuda de la Fundación Amigos del Niño con Cáncer logra no solo salir de aquella situación, sino que luego establece el proyecto social ProSobrevivientes para colaborar con la reinserción de los sobrevivientes”. 

Asimismo, fueron seleccionadas como finalistas las historias “Deep blue”, de Carenne Ludeña; “Intermitencias”, de Néstor Mendoza; y “Y sigues viviendo”, de Lizandro Samuel.

Varios senderos que llevan a un mismo destino 

Desde que era muy pequeño, Joshua De Freitas tenía dos intereses bien definidos: la música y las ciencias. A los 4 años ya ejecutaba el violín, y se abalanzaba sobre su madre para quitarle de las manos los suplementos y enciclopedias que trataban temas científicos y que venían encartados, casi siempre los domingos, en los periódicos. Después, ya en la adolescencia, apareció un nuevo interés: el de la literatura y las historias. Se hizo un lector voraz de narraciones y le iba muy bien en las asignaturas de bachillerato donde tenía que comentar novelas o libros de cuentos.

Cuando tuvo que escoger una carrera universitaria, terminó decantándose por comunicación social. Las ciencias, las letras y la música estuvieron entre sus opciones, pero tenía que quedarse solo con una, y de preferencia una en la que pudiera combinar sus inclinaciones. En el desarrollo de las asignaturas tuvo un reencuentro feliz con la literatura y descubrió un género periodístico en el que predominaba lo narrativo: la crónica. Esta experiencia le permitió orientar sus lecturas hacia periodistas-narradores, o de proyectos venezolanos cuya apuesta principal estaba en el periodismo narrativo. Fue un descubrimiento al que dio un abordaje mucho más sistemático gracias al programa de formación La Vida de Nos Itinerante Universitario, con el que publicó su primer trabajo en un medio de alcance nacional.

—¿Te ves a ti mismo como un periodista dedicado a contar historias sobre ciencias?

—Claro, en este momento esa es mi meta, porque me permite conjugar esos tres intereses personales: el periodismo, la literatura y las ciencias naturales. En Venezuela hay un periodismo dedicado a contar lo que está pasando en materia medioambiental, y lo está haciendo muy bien. Pero también hay distintas temáticas que se pueden explorar, porque es necesario hacerlo: como la física, la química, el área agroalimentaria. Aspiro a poder llenar parte de ese vacío en el ecosistema de medios venezolanos, porque son temas que pasan desapercibidos en el contexto de la crisis humanitaria compleja que estamos viviendo. Porque la crisis también ha afectado enormemente el quehacer científico en Venezuela.

—Puede parecer un tanto forzado tratar de conjugar ciencia y una visión humana en una historia, pero demuestras con tu trabajo que ese abordaje es posible.

No es una tendencia nueva en Venezuela ni en el mundo. Por ejemplo, por muchos años Arístides Bastidas dirigió y escribió una página de divulgación científica en El Nacional, con la que buscaba hacer de las ciencias algo más amable y cercano para los lectores comunes. Yo mismo he escrito y publicado en La Vida de Nos otras historias en las que lo científico tiene un peso importantísimo: sobre dos investigadores que han estudiado el grafeno y sus propiedades; la de un médico genetista interesado en enfermedades raras; la de unos hermanos que hacen lo que está a su alcance por el saneamiento ambiental a orillas del lago de Maracaibo. Me parece estupendo que el jurado haya visto en esta historia lo que quise mostrar al contarla. Y creo que también es porque no es uno de los temas que suele llamar más la atención, aunque hay mucha gente trabajando en ellos.

—¿Por qué postular una historia como esta a un premio donde en las ediciones anteriores han ganado otras en las que parecen tener mayor peso asuntos muy humanos como la salud mental, la superación personal, la migración, la vocación profesional?

—Desde el principio vi un paralelismo casi simbólico entre la resistencia, la resiliencia y la fortaleza de la Ramalina victoriana, que le vienen dadas como características naturales, y el empeño de Vicente Marcano y Laura Castillo para evitar a toda costa que la especie se extinga. Una especie aparentemente única en el mundo y que solo se encuentra (o se encontraba) en el Parque Nacional Sierra Nevada. Es decir, estamos hablando de valores profundamente humanos de dos científicos que están empeñados en cumplir su labor aun cuando lo tienen todo en contra: los funcionarios del Estado encargados de resguardar los bosques que no lo hacen, la institución universitaria donde trabajan abandonada y a merced de los robos, la gente que tala los bosques porque tienen la necesidad de cocinar sus alimentos para poder comer. Además de que yo, desde que Vicente y Laura me relataron su experiencia con este liquen, sentí que esa era una historia que debía ser contada para que otros conocieran lo que estaba pasando. Así que nunca tuve dudas de que podía funcionar para este premio. 

Un sobreviviente de cáncer que se dedica a ayudar a otros

Antonio Brito (Altagracia de Orituco, Guárico, 1999) resultó ganador de la mención Responsabilidad Social Empresarial del Premio Lo Mejor de Nos. Es un joven venezolano estudiante de psicología en la Universidad Central de Venezuela. Luego de superar un linfoma de Hodgkin en 2016, creó, con el apoyo de la Fundación Amigos del Niño con Cáncer, el proyecto ProSupervivientes, dirigido a formar, educar y empoderar a supervivientes de cáncer para facilitar su reinserción en la sociedad.

—¿Qué papel jugó la Fundación Amigos del Niño con Cáncer en tu proceso de enfermedad?

Fue muy importante. Desde mi diagnóstico en diciembre de 2015, me apoyaron con los medicamentos y con el pago de exámenes. También me ayudaron luego de pasar la parte más amarga de la enfermedad. Por el impacto psicológico que significó, recurrimos al servicio de hospedaje, que no sabíamos que tenía la Fundación. Esta es una opción que surge en medio de la crisis del país y para nosotros  fue una manera de abaratar los gastos de mantenernos acá en Caracas, porque somos del estado Guárico. Te puedo decir que cuando comenzamos a quedarnos en el albergue de la Fundación empecé a ver el lado más amable de la enfermedad: aproveché las actividades recreativas, de educación y de empoderamiento que realizaban en beneficio de los pacientes, tanto dentro como fuera de la Fundación. Y todo eso me ayudó a no preocuparme tanto por la enfermedad y todo lo que estaba viviendo. Su apoyo se extendió incluso cuando me declararon en remisión y continué en controles médicos. 

—Esa influencia fue tal que pareciera que impulsó tu vocación de servicio ¿es así?

—Aunque fue determinante mi experiencia durante y después del cáncer para el trabajo que desarrollo con ProSobrevivientes, el descubrimiento de mi vocación social fue un proceso de autoconocimiento mucho más largo. En el camino ocurrieron varios acontecimientos. Primero fue la dificultad que tuve para retomar mi propia vida luego de la enfermedad, y saber que no era el único que pasaba por lo mismo. Estuve haciendo investigación sobre ese tema en 2018 y 2019. Existía en mí un vago deseo de ayudar a los demás, que no se consolidó sino hasta que participé en un programa de desarrollo de la vocación social a través del voluntariado, y trabajé en la Fundación Amigos del Niño con Cáncer. Después, tratando de definir qué quería para mi propio futuro, decidí cambiar de carrera: dejé la medicina y comencé psicología. En 2020, retomé la investigación y llegué a esbozar las primeras ideas de un proyecto social. Es la herramienta que me ha permitido, en consonancia con mi propósito de vida, hacer la diferencia con mi experiencia.

—¿Crees que es valioso el aporte que hacen las empresas como parte de su compromiso social a las organizaciones que contribuyen con la salud?

—Debido a la crisis del país, agravada por la pandemia de covid-19, el aporte de la empresa a las organizaciones que se dedican a apoyar pacientes con cáncer ha disminuido notablemente. Y cada vez son más necesarios sus aportes, porque los tratamientos y los estudios son muy costosos. Muchas veces, por su larga duración no son manejables para la familia, cuya dinámica se ve alterada por el impacto de la enfermedad. Es importantísimo visibilizar la labor de estas organizaciones y de estas empresas. También se debe apoyar más la parte preventiva, de concientización y educación sobre el cáncer, porque sigue siendo un tema sensible, a veces tabú, sobre el que hablamos con eufemismos. Este sería un apoyo valioso en la lucha contra el cáncer.